viernes, 29 de abril de 2011

pubertad1

“… Resulta que ayer leí un artículo de Sis Heyster... En ese artículo habla como si se estuviera dirigiendo sólo a mí... Escribe más o menos que una chica, cuando entra en la pubertad, se vuelve muy callada y empieza a reflexionar acerca de las cosas milagrosas que se producen en su cuerpo. También a mí me está ocurriendo eso, y por eso últimamente me da la impresión de que siento vergüenza frente a Margot, mamá y papá. Sin embargo Margot, que es mucho más tímida que yo, no siente ninguna vergüenza.
Me parece muy milagroso lo que me está pasando, y no sólo lo que se puede ver del lado exterior de mi cuerpo, sino también lo que se desarrolla en su interior…
Otra cosa que escribe Sis Heyster es que a esa edad las adolescentes son muy inseguras y empiezan a descubrir que son personas con ideas, pensamientos y costumbres propias.
Como yo vine aquí cuando acababa de cumplir los trece años, empecé a reflexionar sobre mí misma y a descubrir que era una «persona por mí misma» mucho antes. A veces, por las noches, siento una terrible necesidad de palparme los pechos y de oír el latido tranquilo y seguro de mi corazón…” (Ana Frank: “Jueves, 6 de enero de 1944” en “Diario”, traducción de Diego Puls, DEBOLSILLO, 2009, pág. 182-183)

“… Aunque sólo tengo catorce años, sé muy bien lo que quiero, sé quién tiene razón y quién no, tengo mi opinión, mi modo de ver y mis principios, y por más extraño que suene en boca de una adolescente, me siento más bien una persona y no tanto una niña, y me siento totalmente independiente de cualquier otra persona…” (Ana Frank: “Viernes, 17 de marzo de 1944”, pág. 249, o.c.)

“… Ya no soy el bebé ni la niña mimada que causa gracia haciendo cualquier cosa. Tengo mis propios ideales, mis ideas y planes, pero aún no sé expresarlos… (Ana Frank: “Sábado, 30 de octubre de 1943”, pág.162, o.c.)

“Queridísima Kitty:
... Aquí todo sigue bien, salvo que Margot y yo nos estamos cansando un poco de nuestros padres.
No me interpretes mal, sigo queriendo a papá y Margot sigue queriendo a papá y a mamá, pero cuando tienes la edad que tenemos nosotras, te apetece decidir un poco por ti misma, quieres soltarte un poco de la mano de tus padres. Cuando voy arriba, me preguntan adónde voy; sal no me dejan comer...
Hay otra cosa que no les agrada, sobre todo en mí: que ya no quiera estar todo el tiempo dando besitos aquí y allá. Los múltiples sobrenombres melosos que inventan me parecen tontos, y la predilección de papá por las conversaciones sobre ventosidades y retretes, asquerosa. En resumidas cuentas, me gustaría perderlos de vista un tiempo, pero no lo entienden...
Aun anoche Margot me decía: «¡Estoy tan aburrida de que al más mínimo suspiro ya te pregunten si te duele la cabeza o si te sientes mal!»
Para las dos es un duro golpe el que de repente veamos lo poco que queda de todo ese ambiente familiar y esa armonía que había en casa... Me refiero al hecho de que nos tratan como a dos chiquillas por lo que respecta a las cosas externas, mientras que somos mucho más maduras que las chicas de nuestra edad en cuanto a las cosas internas…” (Ana Frank: “Viernes, 17 de marzo de 1944”, pág. 248-249, o.c.)
“… Cada vez me independizo más de mis padres, a pesar de mis pocos años, tengo más valor vital, y un sentido de la justicia más preciso e intacto que mamá. Sé lo que quiero, tengo una meta, una opinión formada, una religión y un amor. Que me dejen ser yo misma, y me daré por satisfecha. Sé que soy una mujer, una mujer con fuerza interior y con mucho valor…” (Ana Frank: “Martes, 11 de abril de 1944”, pág. 292, o.c.)


Cuestiones
¿Qué cambios corporales y mentales destacarías en la pubertad y la adolescencia?
¿Cómo vive un adolescente la nueva relación con los padres?

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